Capítulo485

Alejandro finalizó sus palabras con fuerza y salió a grandes zancadas.

Hugo se quedó enmudecido, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo y una intensa sensación de

vergüenza.

Provenía de una familia de exitosos abogados, había sido custodio de grandes expectativas por

parte de sus padres y admirado por sus hermanos menores. Casi toda su vida había sido exitosa y

sin obstáculos, siendo una figura destacada entre los abogados de la Ciudad de México.

¿Cuándo antes había experimentado tal humillación?

Un momento.

Hugo frunció el ceño, volteando a mirar la figura altiva y erguida del hombre que se alejaba.

¿Cuál era la relación entre Clara y él? ¿Por qué Alejandro, conocido por su indiferencia hacia las

mujeres y su falta de deseo, estaría tan furioso por ella?

Clara, era como un ser celestial, una joya en las manos de Julio. Otros podían elevar sus

expectativas, pero ella estaba más allá de cualquier alcance terrenal. ¿Cómo podría un hombre

mundano como él capturar su atención?

Solo había una posibilidad: Alejandro, bastardo de nacimiento, estaba enamorado de la señorita de

la familia Pérez.

A pesar de su atractivo y su poder, ¿qué importaba?

Su madre en vida nunca obtuvo el reconocimiento, y su posición como presidente no era más que

una concesión de Enrique.

—No necesariamente, aquel que reside en el palacio es el príncipe heredero, ¡y usar la túnica

imperial no te convierte en el emperador! Alejandro, con su humilde origen, ¿te atreves a tener

pensamientos sobre la señorita de la familia Pérez? ¡Realmente es un sueño!

Hugo miró con frialdad, avanzando hacia la mansión.

Al ver que Alejandro y Hugo entraron uno tras otro, todos estaban un poco sorprendidos.

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-Papá, este es Hugo, un abogado muy talentoso. Si no fuera por él, Leona no habría salido tan

fácilmente. Hugo ha hecho un gran mérito aquí.

Enrique, efusivamente presentó a Hugo a Fernando: -Así que, deseo contratar al señor Soler como el jefe dei departamento legal de nuestro grupo Hernández. ¿Qué le parece?

-Señor Soler, un placer conocerlo. He oído hablar muy bien de usted, y hoy, al conocerlo en persona, es un gran honor-dijo Hugo con una sonrisa, inclinándose cortésmente ante Fernando.

-Hugo… ¿eres el hijo mayor de Enzo? -Fernando lo examinó con seriedad, haciendo una pregunta

directa.

-Sí, mi padre es Enzo.

Hugo mostró orgullo y alegría en su expresión: -¿Acaso, Sr. Hernández, usted y mi padre ya se

conocen?

Alejandro observaba la interacción entre ellos, con cejas fruncidas.

Él sentía un gran desagrado por Hugo, quien irradiaba una fachada de caballero, pero al parecer su abuelo tenía cierta relación con su padre.

-Por supuesto que lo conozco.

Fernando lo miró con una sonrisa que no llegaba a sus ojos: -En aquel entonces, su padre fue quien dictó la sentencia en el caso de mi hijo menor, Nico. Imparcial y justo, le otorgó una pena de cuatro años.

¡La multitud quedó sorprendida!

El rostro de Hugo palideció en un instante, luchando por sostener su incómoda sonrisa.

La corriente oscura de los recuerdos afloró, abriendo una grieta en el corazón de Enrique. Su expresión se oscureció de inmediato.

Esta sutil variación de expresión no pasó desapercibida para Alejandro, quien lo observaba.

-Señor Hernández, aunque mi padre era muy competente en su trabajo, en realidad, no era alguien que se adaptara bien a las circunstancias. Me disculpo por lo que hizo ante usted en aquel

entonces…

Al darse cuenta de que la situación se tornaba tensa, Hugo se apresuró a disculparse.

-Uff, interesante.

Fernando alzó una ceja: -¿Qué hizo mal tu padre? ¿Por qué te sientes obligado a disculparte en su

nombre?

-Yo…-Hugo se sintió incómodo y comenzó a reír nerviosamente.

-Como juez, la integridad y la imparcialidad son los fundamentos básicos de la ética profesional, ¿

no? ¿Te disculpaste en su nombre porque querías decir que lo que hizo en ese entonces fue un

error?

-Yo… señor Hernández, está Malinterpretando las cosas. No era mi intención. Hugo se ruborizó y

sonrió incómodo.

-De hecho, he escuchado mucho sobre ti. Eres famoso solamente por representar a los ricos en casos legales, ya sean celebridades o magnates. Tienes excelentes relaciones

Fernando soltó una risa: -Si no hubieras mencionado que eres el hijo de Enzo, quizás ni siquiera los habría relacionado a ustedes dos. Tu estilo y el de tu padre son diametralmente opuestos.

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