Capítulo 9

Por la tarde, Alvaro regresó. 

Hizo varias llamadas en su estudio y luego entró en la sala. Vio a Delicia, vestida el pijama, quien parecía tan dulce. 

Llevaba una cerdita como mascota en brazos, con un bonito vestidito. ¡Qué linda! 

Alvaro se acercó, y le arrancó la cerdita de los brazos y la tiró al sofá. ¡Delicia lo miró de ira! 

«¡Loco! Va a buscar a Yolanda, ¡por qué me molesta!», pensó,—¿Qué haces? 

—Tengo algo que preguntarte. 

—Dilo, pero no le des daño a Ana. —Se llamaba Ana la cerdita. 

Alvaro estaba muy enojado. «Pasó tanta cosa, ¿pero esta mujer gritó por una cerdita?» 

Ella siempre afectaba su humor. 

Se sentó, y tiró la cerdita. 

Delicia ignoró su ira y fue a cuidar a Ana, consoló,—Cariño Ana, no pasa nada. 

Hizo que el hombre ya enojado aún más enfadado por hacer eso. 

—Has encontrado con Yolanda, ¿qué dijeron? —Le preguntó de ira. 

Delicia lo miró, ¡recordó algo! 

Otra vez. 

Delicia lo miró, recordó cuando Yolanda fue secuestrada en su última vida, también regresó a toda prisa y la interrogó en este mismo tono. 

En aquel entonces, estaba muy triste por lo que hizo. 

Pero en ese momento, se puso tranquila. 

—Creo que no debes preguntarmelo, ¡sino a tu hermana! 

—¿Qué quieres decir? 

Delicia dijo en voz alta: —¿Qué quiero decir? Alvaro, somos pareja. ¿Me dudas por otra mujer? 

Era pequeña, su aspecto enfadado hizo que el corazón de Alvaro se apretara, poniéndose un poco sobrio al instante. 

«Llevamos diez años juntos… ¿Ahora me duda por otra mujer?» 

Se esforzó para calmarse, dijo suavemente: —Delicia, Yolanda fue secuestrada. 

—¿Sí? 

—Has encontrado con ella hoy. 

—¿Entonces? —«Sigue. Me gustaría ver si preguntas, [¿Secuestraste a Yolanda?]» 

En la vida anterior, ¿de qué habló? 

Cuando él la interrogó, sus primeras palabras fueron: [No fui yo]. Y Alvaro le respondió: [Sé que estás enfadada, pero todo es un malentendido, dime dónde está]. 

En aquel entonces creía que ella había secuestrado a Yolanda. 

Delicia aún recordaba claramente su determinación de entonces. Se puso más decepcionada. 

Tomar la iniciativa significó tomar una posición favorable. 

Alvaro, que al principio estaba enfadado, se levantó y dijo: —Me voy, no ceno en casa. 

Delicia miró su espalda y cerró los ojos. 

Fue su marido. Pero en ese momento estaba tan ansioso por Yolanda… 

Antes sólo se centró en ella. 

Se ponía nervioso durante unos días cuando ella se cortó el dedo pelando una manzana. Pero ahora todo se cambió. 

… 

Después de irse Alvaro, su suegra la llamó. 

La motejaba: —¿Por qué eres tan sensible por celos? ¿Sabes cuánto puede costarlo a la empresa por lo que hiciste? 

—… 

—Te dije antes que Alvaro tenía su razón para hacer algo. 

Delicia no había visto el telediario, pero sabía lo mucho que se estaba difundiendo la noticia ahora. 

Las intrigas de sus oponentes no le dieron la oportunidad de reaccionar. 

En su última vida, eso la volvió loca. 

En aquel momento, estaba tan inmersa en el dolor porque Alvaro era infiel que no tenía energía para enfrentarse a las opiniones externas. 

Confundida, cayó una y otra vez en la trampa diseñada por esa mujer. 

Pero ahora, el Dios le dio otra oportunidad para resolverlo. ¡Ya podía enfrentárselo tranquilamente!

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