Capítulo 1618 

Voy a ver a los niños“, dijo Esther, dirigiéndose hacia la puerta. Verónica siguió a su cuñada como de costumbre. 

Leonardo se frotó las sienes y se unió a ellos a su propio ritmo… 

Tan pronto como Esther salió, vio a los tres pequeños rodeando a Brayan pidiendo dulces. Seguramente Brayan había comprado toneladas de golosinas en el camino. 

“¡Tráiganme todo eso, las confiscaré! No pueden comer tantos dulces.” 

Al escuchar la voz de Esther, los tres pequeños se volvieron inmediatamente obedientes y miraron a Esther…. 

Helena: “Mama!” 

Diegui: “Mama!” 

Max: “¡Mama!” 

Esther se acercó a sus tres hijos y les dio un pequeño golpe en la cabeza a cada uno. ¿De nuevo se olvidaron de lo que les dije? No pueden comer dulces a escondidas sin mi permiso!” 

Los tres parecian saber que habían cometido un error y bajaron la cabeza, con la boca apuntando hacia abajo en señal de arrepentimiento 

Brayan, sintiendo lastima por sus sobrinos y se acercó a Esther con los dulces en la mano para defender a los niños. “Hermana! No es como si estuvieran comiendo dulces todos los dias, comerlos de vez en cuando no les hará daño. No asustes a los niños!” 

Esther lo miro con desaprobación “Yo asustar a los niños? Soy su madre, ¿cómo podria asustarlos? Eres tú el que está tentandolos a comer demasiados dulces. Si se enferman por comer demasiado, ¿quién va a cuidar de ellos? ¡Desde luego no serás tu!” 

Brayan se mantuvo desafiante. “Hermana, todos estos dulces los compré en el supermercado, no son dañinos, ¿cómo van a provocar alguna enfermedad en ellos? 

Como su tio, puedo garantizarte que, si hoy se enferman por comer demasiados dulces, seré yo quien los cuide. 

Entonces, ¿qué tal si hoy les das un pequeño descanso y les permites comer lo que quieran y jugar a lo que quieran? ¿Qué te parece?” 

Los tres pequeños, al escuchar a su tio defenderlos, se llenaron de esperanza y tiraron suavemente del vestido de Esther, esperando que ella accediera a la propuesta de su tio… 

Esther, por supuesto, no podia estar de acuerdo con esto. Si les permitiera comer todo lo que quisieran, se volverían insaciables. ¿Qué pasaría s se enfermaran?” 

Frunció el ceño, pensando en cómo explicárselo a los niños sin decepcionarlos demasiado… 

Fue entonces cuando la voz grave y autoritaria de Leonardo resono: ¿Por qué estás aqui fastidiando?” 

“¿Hermano?” Brayan primero se quedó perplejo y luego se escondió detrás de Esther como si hubiera visto un fantasma. “Hermano, cuando llegaste?” 

Leonardo entrecerró los ojos con desagrado y respondió con otra pregunta: “No te alegra verme?” 

Brayan sonrió nerviosamente. “Por supuesto que sil Solo me sorprendió tu llegada, no tenía idea de que estabas aqui, jajaja!” 

Se volvió hacia Esther, fingiendo estar ofendido. “Hermana, realmente deberías habérmelo dicho cuando lleguel Casi me da un infartol Esther rodó los ojos “Si no tienes nada de que preocuparte, ¿por qué tendrias tanto miedo al Sr. Leonardo?” 

Brayan no dijo nada 

No tenia nada de qué preocuparse 

Pero temía que su hermano le impidiera ver a Jimena, lo que podría generar un abismo entre ellos y hacer que Jimena se sintiera infeliz. 

Los tres pequeños, al ver a su tio mayor Leonardo, se acercaron cariñosamente para abrazarle las piemas 

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