Capítulo 700
El corazón de Jimena se sobresaltó y rápidamente explicó con su rostro muy entristecido: -Señor
Hernández, no tengo ninguna otra intención, no le quiero causar problemas a todos ustedes… ¡Solo
quiero hacer lo que esté a mi alcance! Aunque mis habilidades son limitadas, al menos nunca he
lastimado a mi hermano Alejandro. ¡Nunca lo he hecho sufrir y terminar en una fría sala de
operaciones!
-Jimena, deja de hablar-Rodrigo frunció el ceño y se acercó para detenerla.
En ese momento, Fernando con su mirada sería, preguntó fríamente: -Señorita Rodríguez, ¿estás
acusando a la señorita Pérez diciendo estas palabras? ¿Crees que fue la señorita Pérez la que causó
que mi nieto terminara así?
-Yo… yo…
¡Por supuesto!
¡Por supuesto que la culpa es de esa maldita Clara!
Pero Jimena no podía decirlo, estaba claro que este viejo estaba completamente a favor de Clara.
Justo en ese momento, se escuchó un fuerte estruendo.
Todos se volvieron al mismo tiempo y la puerta del quirófano se abrió.
Julio y Diego se levantaron de sus sillas y un grupo de personas bien vestidas se precipitó hacia la
puerta como una marea negra.
Dos miembros del personal médico salieron primero, seguidos de una serie de pasos lentos,
pesados y agotados.
Una figura elegante y esbelta salió con gracia, incluso con una bata de cirugía holgada y una
mascarilla, no podía ocultar su belleza y elegancia.
Ella tomó una profunda bocanada de aire y se quitó lentamente la mascarilla.
Cuando Clara apareció frente a todos con su rostro hermoso y encantador sin maquillaje, ¡Jimena se quedó
completamente atónita! Tenía la boca abierta muy ampliamente y casi no podía creer lo
que veía.
¿Cómo es posible…
¿Acaso esta… esta mujer despreciable fue quien operó a mi hermano mayor?!
-Clara… Clara-Julio y Fernando se acercaron rápidamente, cada uno agarrando una de las manos
ligeramente temblorosas de Clara.
Observando sus ojos enrojecidos y la profunda marca roja en su delicado rostro causada por la
mascarilla, ambos mayores sintieron un gran dolor en sus corazones, y una tristeza reflejada en
sus rostro pálidos y apesumbrados.
-Clara… Me doy cuenta de que él… él… -Fernando tenía lágrimas en los ojos y parecía querer
hacer una pregunta, pero no se atrevía. Realmente daba pena verlo así.
Clara respiró profundamente, apretó la mano de su abuelo y sus hermosos ojos se curvaron
lentamente. -Abuelo, debe ser que la oración del señor Hernández se escuchó mientras él estaba
inconsciente. Ya he eliminado el coágulo de sangre en la cabeza del señor Hernández, y la cirugía
fue un gran éxito.
¡Todos soltaron exclamaciones emocionadas al instante!
Rodrigo cerró los ojos y se cubrió el pecho, finalmente dejando caer el peso que había llevado
durante toda la noche.
-¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios! – Enrique estaba tan emocionado que juntó las manos y repetía
sin cesar. ¡Gracias, muchas gracias….!
-¡Gracias a Dios! ¿Qué gracias a Dios? Si la cirugía fue realizada por Clara, ¡deberías agradecerle a
ella! -Fernando miró a Enrique con resentimiento.
Aunque Enrique aún sentía disgusto hacia la personalidad de Clara no queria parecer demasiado
mezquino, así que se acercó y le susurró: -Señorita Pérez, gracias a su intervención esta vez, ha
trabajado duro y le agradezco por salvar la vida de mi hijo.
-Señor Hernández, por favor, no diga eso, este es mi trabajo, salvar vidas.
Clara no se dejó llevar por los elogios, solo suspiró y dijo: -El señor Hernández hizo todo esto paral
salvarme, así que salvarlo es mi deber y responsabilidad.
-Clara, gracias a ti… gracias a ti-, Fernando abrazó alegremente a Clara sus lágrimas estaban a
punto de caer.
Después de consolar a su abuelo, Clara dirigió su mirada fría hacia Jimena, que estaba alli atónita
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