Capítulo593
-Clara, creci junto a Rodrigo, por eso me atrevo a decir que lo conozco muy bien. Es un hombre dado a las mujeres,
eso no te lo puedo negar, pero no cualquier mujer le sirve-intentó consolarla Alejandro, mientras defendía a su
hermano.
-¿Qué diferencia hace que sea tu hermana? Rodrigo tiene una audacia desenfrenada, ¡no se atreve a tocar a nadie
que no sea suya o que él haya engendrado! -respondió Clara con enojo.
Clara golpeó la mesa nuevamente con fuerza. -Reza para que ese desgraciado no le haya hecho nada a Noa. Si se
atreve a tocarla, me atreveré a romperle la mano. ¡Lo digo en serio, Clara cumple
sus promesas!
-Bien-respondió Alejandro en voz baja.
-¿Qué? -Clara se quedó atónita de repente.
-Dije que estoy de acuerdo con tu idea. Si ese canalla llega a hacer algo, entonces tú puedes ocuparte de su mano
izquierda y yo me ocuparé de su mano derecha, pero lo haremos que pague
con lágrimas de sangre-dijo Alejandro.
Clara dejó al hombre completamente sin palabras.
El refrán era cierto después de todo: ¡un buen hermano es alguien a quien se puede traicionar!
La cirugía de Noa fue un éxito y fue trasladada a una habitación regular.
Recostada en la cama, su cuerpo delgado como un papel, su rostro pequeño y blanco casi del mismo color que las
sábanas, realmente conmovedor para aquellos que la observaban.
-¿Cómo te sientes? ¿Todavía te duele? -Rodrigo se sentó al borde de la cama, mirando sus
brillantes ojos de ciervo, con una voz suave que parecía irreal.
Noa negó con la cabeza suavemente.
-¿Puedes escuchar? -preguntó, ella parpadeó y afirmó ligeramente.
-Está bien, eso es genial-Rodrigo suspiro de alivio y sacó su teléfono, -Voy a llamar a tu hermano
mayor y a tu cuñada para que vengan a buscarte…
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Antes de que pudiera terminar de hablar, Noa se puso nerviosa y agarró repentinamente su brazo
-Hermano Rodrigo tengo hambre…
-Sabía que tendrías hambre. Tu hermana Luisana te compró comida, deberia estar de regreso
pronto
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y Luisana entró apresuradamente con una
bandeja de comida humeante.
-Señor Rodriguez, la comida está lista. Según sus instrucciones, todo es ligero.
-Traela aqui-dijo Rodrigo.
Luisana sostenía la bandeja mientras Rodrigo tomaba el-tazón de arroz y la cuchara, soplaba
suavemente una cucharada cerca de los labios de Noa y luego se la acercaba lentamente.
-Ven, Noa, te alimentaré.
Esa ternura y cuidado la dejaron a ella, y a Luisana completamente atónitas.
Así es, cuando te gusta alguien, simplemente te gusta. No puedes ocultarlo cuando te gusta
alguien.
-Yo… yo puedo hacerlo sola… -Noa mostró un rubor timido en su rostro. (1)
-Todavía estás débil, déjame alimentarte-Rodrigo acercó la cuchara a sus labios suaves y
juguetones, sus ojos estrechos mostrando una sonrisa traviesa, -las mujeres de la ciudad de
México están haciendo fila para alimentarme, pero nunca tienen la oportunidad. Para mí
alimentar a una mujer es algo raro. Aprovecha esta oportunidad.
Noa tragó saliva y apretó las sábanas.
-Después de que te alimente, ¡podrás presumir durante al menos tres años cuando regreses! Abre
bien la boca, jah!
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