Capítulo547

Un fuerte ardor parecía inundar su pecho, apretando sus entumecidos dedos de la rabia que sentía

al enterarse semejante despropósito.

¿Por qué Alejandro podía ser tan amable con Clara y, al mismo tiempo, ser tan cruel con la que una

vez fue Irene?

-Hermano, tú conoces mi naturaleza. Siempre he sido alguien que aborrece el mal y distingue

claramente entre el amor y el odio. Quizás lo que dices sea cierto, que los sentimientos son

difíciles de comprender en su totalidad, pero yo no estoy de acuerdo con eso. Sé muy bien lo que

quiero y lo que otros quieren de mí.

Clara observó pensativamente por la ventana con la voz entrecortada y los ojos enrojecidos. -Mr

relación con Alejandro se ha vuelto demasiado complicada, y en medio de todo esto, el amor se ha

ido. Entregar mi vida, quemar toda mi juventud amando a alguien, sufrir tanto sin obtener nada a

cambio, hacerlo una vez en la vida es más que suficiente.

Aarón conducía a Inés de regreso a la escuela, ambos con sus pensamientos, en silencio durante

todo el camino.

La noche era tranquila, y la entrada trasera de la escuela estaba desierta cuando el Porsche se

detuvo lentamente.

En un extraño acto de sincronización, terminaron sentados juntos en el coche sin decir una

palabra sobre bajarse.

Una luna plateada en el horizonte derramaba su suave resplandor, creando un ambiente sereno en

el interior del coche, como si todo se entendiera sin necesidad de palabras.

-Aarón, gracias por traerme de regreso- dijo Inés tímidamente, rompiendo el silencio.

-Señorita, no es necesario ser tan educada. Esto es lo que debo hacer.

Aarón se sentía profundamente culpable con respecto a Inés y, debido a las diferencias en sus

posiciones, su distancia se hacía aún más evidente al hablar. -Aunque usted y la señorita son

como hermanas para mi desde que éramos niños, debo recordar que soy el secretario personal de

la señorita y un subordinado al servicio de los Pérez. El señor Pérez y los demás son su familia

real, y yo realmente no merezco estar aquí.

Inés era sensible y perceptiva, y notó de inmediato que Aarón estaba tratando de mantener su

estar llenos de lágrimas matutinas, húmedos y brillantes.

-Aarón, no te causaré más problemas en el futuro, ¿vale? No me odies, por favor, dijo.

-Señorita, está exagerando. Usted nunca me ha causado problemas. Soy yo quien no quiere

afectar su vida de ninguna manera- respondió Aarón con un suspiro suave mientras se inclinaba

lentamente hacia adelante y desabrochaba su cinturón de seguridad.

Ambos respiraban apasionadamente, y la temperatura en el interior del coche aumentaba

gradualmente. Aarón, instintivamente, evitaba mirar a sus ojos y mantenía sus párpados bajos. –

Es tarde, voy a acompañarla hasta adentro- dijo rápidamente.

Cuando terminó de hablar, abrió la puerta y salió del coche. Inés recordó sus palabras y sintió que

su pecho era traspasado por una gran lanza y este se llenaba, de frío y desolación.

Sabía que no había posibilidad entre ellos, el beso anterior había sido un accidente. Aarón, un

hombre tan excepcional, ¿cómo podría estar interesado en una chica tan importante como ella? Se

había ilusionado en vano.

La puerta del copiloto se abrió, y Aarón recuperó su actitud respetuosa habitual, invitando a Inés a

bajar del coche. Inés apretó los labios pálidos y bajó del coche por sí misma. -Puedo entrar sola,

no necesitas acompañarme- dijo.

Antes de que pudiera terminar la frase, el rugido del motor proveniente detrás de Inés la asustó

tanto que cubrió sus oídos y cerró los ojos. Debido a un accidente automovilístico que él sufrió en

su infancia, le daba miedo aun escuchar el sonido que hace un automóvil cuando acelera.

Al ver esto, Aarón frunció el ceño y la rodeó con los brazos lo más rápido que pudo, protegiéndola

debajo de él. Un Ferrari plateado pasó zumbando detrás de él, incluso el viento que arrastraba

levantó la solapa de su traje, demostrando la increíble velocidad del automóvil.

-No tengas tanto miedo, estoy aquí la tranquilizó suavemente Aarón mientras acariciaba a la

temblorosa Inés. En sus ojos, había una mezcla de compasión por ella y una fuerte desaprobación

hacia el dueño del coche deportivo.

El Ferrari también se detuvo en la puerta trasera de la escuela. La puerta del copiloto se abrió y de ella emergieron

unas piernas largas y seductoras. Luego, una joven mujer con cabello rubio ondulado, un maquillaje exquisito y un

atrevido vestido corto, bajó con altivez de reina.

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