Capítulo483

Después de pasar tres días en prisión, Leona finalmente lograba salir libre de cargos.

Hugo intentó bloquear la información de todas las formas posibles a través de Enrique, pero la noticia al fin y al cabo había llegado a los oídos de Alejandro.

-¿Cómo es posible que Leona haya sido liberada tan rápido? ¿No enviaste a alguien para vigilar a

Rosalia? ¿Permitiste que Hugo se acercara a ella? -el rostro frío de Alejandro parecía cubierto de

escarcha, y su puño golpeó con fuerza la ventana del auto.

-Señor Hernández, el problema no fue Rosalía… ¡de hecho fue Joaquín!

César se veía enfadado, con los ojos enrojecidos: -La información que nos entregó nuestro

informante sugiere que Hugo se reunió en secreto con Joaquín en la prisión bajo el pretexto de ser

su abogado defensor.

No sabemos qué les habrá dicho, pero logró asustar a Joaquín. Este último asumió toda la culpa, y

naturalmente, las sospechas sobre Leona se levantaron al instante.

-¿Qué más podía hacer? Amenazaron a su familia con su seguridad y bienestar.

El respetable doctor de la corte empleando tácticas tan despreciables.

Los ojos de Alejandro se volvieron oscuros, como el mar antes de un tsunami. Sus puños apretados

temblaron intensamente: -La reputación del honorable juez Enzo ha sido arruinada por su propio

hijo

-Señor Hernández, ahora que Joaquín es el chivo expiatorio, ¿qué le pasará a Rosalía…?

Las palabras de César apenas terminaron cuando su teléfono sonó.

-¿Qué sucede?

Después de escuchar la conversación, César frunció el ceño seriamente. Una vez colgó, informó

apresuradamente a Alejandro: ¡Señor Hernández! ¡Algo malo está sucediendo! ¡Justo ahora, la

policia la arrestó bajo cargos de difamación y falso testimonio!

Era el resultado esperado.

Aunque Rosalía merecía las consecuencias de sus actos.

La noticia todavía desató la ira en Alejandro, convirtiendo sus ojos en un par de brasas encendidas.

Mientras tanto, Leona regresó a Villa Mar, llorando amargamente como si hubiera renacido.

Madre e hija se abrazaron, derramando lágrimas, representando una escena de amor maternal

frente a Enrique y Fernando.

Hace muchos años, cuando era actriz, su habilidad actoral era bastante deficiente, pero ahora

parecía una consumada artista.

-¡Mamá! ¡Papá! ¡Tienen que ayudarme! ¡Esta vez fui engañada miserablemente por esas dos zorras

malvadas, Clara y Jimena!

Leona vio a su abuelo cerca y quiso aprovechar la oportunidad para patear la mesa, así que corrió

hacia él y se arrodilló junto a la silla de ruedas de Fernando: -¡Abuelo! Clara quiere destruirme por

completo. ¡Ella es demasiado astuta y malvada!

Gracias a la ayuda del abogado Soler, me salvé de esta. Si no, ¡nunca más podrías ver a tu nieta!

Las acusaciones de Leona dejaron a Fernando con una mezcla de sentimientos.

Por un lado, no creía que una joven como Irene fuera capaz de lo que su nieta afirmaba. Sin

embargo, por otro lado, era cierto que fue Irene quien proporcionó pruebas y llamó a la policía para

arrestar a su propia nieta.

Fernando sintió un doloroso conflicto interior.

La última vez que se sintió así fue hace más de veinte años, cuando los Hernández expandió su

presencia en la ciudad de la Ciudad de México.

Para expandirse rápidamente y consolidar su posición en el mercado, sus dos hijos, Enrique y

Nico, se habían visto envueltos en escándalos de soborno y compras irregulares de terrenos.

Finalmente, debido a la preferencia del abuelo por su hijo mayor y la mala salud de Enrique en ese

momento, Nico cargó con todas las acusaciones y fue sentenciado a cuatro años de prisión.

Lo que nunca hubiera imaginado es que, medio año después de cumplir la condena, Nico sufriera

un infarto fulminante que acabara con su vida en prisión.

La muerte de su hijo menor dejó a Fernando devastado, su esposa también sufrió profundamente,

su salud empeoró y finalmente no tuvo la oportunidad de envejecer junto a su amada.

2/3

-¡Abuelo! Siempre te adverti que Clara tenía malas intenciones… Se casó con la familia Hernández

para sacar provecho.

Leona lloraba mientras se aferraba a su abuelo -Clara te trata bien… ¡quién sabe si solo está

buscando beneficios de ti! ¡No sería raro pensar que quiera conseguir acciones de la empresa

Hernández a través de ti!

-¡Así es, papá!

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