Capítulo444
Alejandro y Pol se estremecieron al mismo tiempo y miraron a Clara.
Ambos tenían el corazón puesto en Clara y de inmediato se dieron cuenta de que ella estaba
enfadada. Entonces, los dos unieron sus manos y se retiraron de la subasta.
No es gran cosa, ¿por qué enfadarse? Deja que pase, los dos pensaron.
-¡Felicidades, Srta. Pérez! ¡El collar es suyo!
El subastador también fue muy perspicaz y, sin esperar la reacción de los demás, puso el martillo
y permitió que Clara se llevara la pieza subastada. Después de dos segundos de silencio, estalló un
aplauso entusiasta.
Sin embargo, Clara mantuvo una expresión tranquila todo el tiempo, con sus ojos como un
estanque profundo, sin mostrar ni una pizca de alegría.
-¡Mama! ¡Clara compró una falsificación! ¿Acaso se dio cuenta de que era falsa? – Leona estaba
tan nerviosa que su voz temblaba, sintiéndose como si tuviera un conejo saltando
descontroladamente en su corazón.
-¡Cierra la boca! ¿Quieres que todo el mundo se entere? -Ema le apretó el brazo con fuerza, y en
sus ojos se destilaba un resentimiento. -Seguramente Clara no se dio cuenta de que las joyas eran
falsas. Ella tampoco se imaginó que en su propia subasta aparecerían falsificaciones. Considera
estos cien millones como un acto de caridad y acumulación de méritos para ti. Leona todavía no
estaba convencida. Pero si ella lo descubre cuando regrese…
-La joya ya no está en este lugar, asi que ya no tienes nada que ver con eso. ¿Quién sabe si alguien lo cambió cuando ella lo llevaba a casa o si alguien está tratando de difamarte a propósito? -Ema
respiró maliciosamente.
Lo que Leona más admiraba de su madre era su habilidad para tergiversar la verdad sin pestañear.
Secretamente, ella lamentaba no poder compartir el mismo cerebro con su madre.
Ada, al ver que su joya había sido comprado por Clara a un precio más alto que cualquier otra oferta, no pudo evitar sonreír satisfecha.
Incluso llegó a pensar que Clara tenía ciertas ilusiones sobre la posibilidad de colaborar con ella, de lo contrario, no había razón para llegar tan lejos. Ay, la impetuosidad de la juventud.
En este momento, los ojos profundos y fríos de Clara, rebosantes de juventud y vitalidad, se
oscurecieron mientras sacaba su teléfono y enviaba un mensaje a Aarón.
Luego, con calma, ajustó su postura, como si estuviera esperando que comenzara un buen
espectáculo.
-La siguiente joya proviene de… -en el instante en que la tela roja se levantó, las emocionantes
palabras del subastador se detuvieron abruptamente. Miró los diamantes en forma de gota en la
vitrina y luego su lista de procedimientos. ¡Había ocurrido un error, la realidad no coincidia con el
modelo a presentar!
En el destello deslumbrante de los reflectores sobre la vitrina, todos en la sala exclamaron
sorprendidos. ¿No me equivoco? ¿No es este collar… el mismo que Ada donó hace un momento?
-¡Correcto! ¡Es el mismo! ¡Exactamente igual!
-¡No puede ser! Las joyas diseñadas por Alexa son únicas en el mundo, ¿cómo puede haber dos
joyas idénticas presentes en la misma subasta?
-Entonces… ¿es posible que una de ellas… sea falsa?
Las discusiones se intensificaron y todos señalaban y murmuraban acerca del collar en la vitrina.
Ada se quedó atónita, inclinándose hacia adelante y mirando fijamente el collar como si hubiera
sido golpeada por un rayo en un día soleado.
Ema y su hija, Leona, se quedaron petrificadas, apretando fuertemente sus manos. Leona sintió cómo un sudor frio descendía por su espalda. El collar que le había dado a Ada era falso. Por lo
tanto, el collar en el escenario, donado por alguien más, ¡seguramente era auténtico!
-Señorita Pérez, ¿acaso no verificaste las piezas antes de la subasta? ¿Cómo ocurrió este malentendido? -dijo Ais, sin intención de culparla, simplemente preocupado por ella.
-¿Acaso no soy conocida por sorprender a todos sin seguir el guion? ¿O acaso no es la señora Ada la responsable? -Clara curvó sus labios con una sonrisa intrigante.
Ais se quedó en shock. -Este collar… ¿acaso?
Entre la sorpresa de todos, Clara se levantó elegante y se dirigió hacia el escenario. Alejandro, con los ojos entrecerrados, observaba a Clara, cuya sonrisa deslumbrante irradiaba un resplandor fascinante. Su corazón latía fuertemente bajo su ajustado traje, cada centímetro de su piel se sentía como si estuviera ardiendo.
-Queridos invitados, como organizadora del evento benéfico ‘MINT’, lamento profundamente este
malentendido que ha ocurrido y la mala experiencia que les ha causado. Como responsable del
hotel, asumo la total responsabilidad y les pido mis más sinceras disculpas.
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