Capítulo382

Sin embargo, al ver a Clara estrechamente relacionada con otros hombres, inexplicablemente se

sentia molesto y agitado, deseando alejar a todos esos hombres de su lado.

Se estaba volviendo cada vez más extraño, parecía un amargado abandonado.

Siempre había sido una persona de autocontrol y contención, pero frente a Clara, no podía

controlarse.

Al escuchar estas palabras, la ira subió al corazón de Clara, y se río con desprecio: -De hecho, hay

algunas relaciones en las que no nos hablamos hasta la muerte.

– Clara-La respiración de Alejandro se detuvo y su voz-se volvió ronca.

-¿Desde cuando un exmarido, también merece que lo menciones en las conexiones? Un exmarido

debería estar en silencio como un muerto. ¿Señor Hernández, acaso no ha escuchado esta

expresión antes?

¡Exmarido!

Tomás quedó sorprendido, no se esperaba que Alexa ya se hubiera casado.

Como su amigo de muchos años, ni siquiera había escuchado hablar de esto. ¿Por qué se había

casado con este hombre?

Alexa, perfecta como una diosa, claramente tenía tantos mejores pretendientes. ¿Por qué se casó

con un hombre tan mezquino?

-Señor Hernández, si quieres desahogarte conmigo, está bien, después de todo, ya me puse

bastante incómoda cuando te vi hace un instante, no me importa añadir más a la molestia.

Pero el Señor Ortiz es un amigo muy importante para mí, y no quiero que le causes ningún

disgusto.

Clara frunció el ceño levemente: -A menos que, por supuesto, quieras mostrar un poco de dignidad como exmarido.

Los músculos de la mandíbula de Alejandro se tensaron, sintió una punzada en el pecho y sus dedos se apretaron con fuerza en la palma sudorosa.

Clara defendería a cualquiera, ella siempre estaría del lado de las personas. Y él, su exmarido que

-El gran espectáculo está a punto de comenzar, ¿Señor Hernández deberia ir a acompañar a su hermana? La pequeña chica podría estar preocupada por no encontrarlo.

Clara ignoró por completo al paralizado Alejandro y se preparó para irse con Tomás.

El hombre se sintió nervioso y confundido, agarrando bruscamente su brazo con su gran mano, sus

cinco dedos se apretaron con fuerza.

-Oye, ya que se han divorciado, ya no tienen ninguna relación. Te pido que respetes a la señorita

Pérez.”

Tomás estaba a punto de intervenir, pero Clara levantó la mano para detenerlo.

-Vincent, todavía tienes que dar un discurso adelante. Ve a ocuparte de eso, no tengo problemas

aquí.

-Pero…

-Tranquilo, ya nos hemos divorciado, ¿qué más puede hacerme?

El corazón de Alejandro sintió como si le hubieran arrancado la parte más suave, le dolió tanto que

sus pupilas se contrajeron. Por instinto, la sujetó aún más fuerte.

Tomás comprendió que esto era un asunto pendiente entre ellos como exesposos y que no era apropiado que los demás se involucraran. Además, estaba seguro de que en su lugar no se

atreverían a causar problemas. Así que decidió retirarse primero.

El pasillo estaba tranquilo.

Alejandro escuchaba el sonido apagado de su propio corazón latiendo con fuerza, tratando de contener la respiración con firmeza, pero sin éxito.

-¡Déjame!-Clara luchaba contra Alejandro, apretando los dientes y mirando fríamente con sus ojos hermosos e implacables.

-Entiendo a quién te refieres con “hermana”. ¿Es a Jimena, ¿verdad?

Alejandro estaba tan ansioso que sentía que su pecho ardía, y tiró con fuerza.

Su figura suave se pegó repentinamente a su fuerte y elegante cintura, sus respiraciones se mezclaron.

+15 BONOS

-Ja, no mencioné nombres ni apellidos, ¿cómo sabías que me refería a la señorita Rodríguez?

La mirada burlona en los ojos de Clara irritó sus ojos hasta enrojecerlos: -Parece que en tu corazón está Jimena, ¿verdad? De lo contrario, ¿cómo podrías ser tan sensible? Al mencionar su hermana,

en lugar de pensar en Leona y Noa, pensaste en la señorita Rodríguez, ¿verdad?

Hermano mayor.

Ella estaba deliberadamente usando las palabras de Jimena para provocarlo.

Alejandro sonrió irónicamente.

Las mujeres, siempre tan ilógicas.

Pero en lugar de enojarse, él sentía más curiosidad, curiosidad por saber en qué posición estaba

ahora en sus ojos.

Así que, en voz baja y ronca, preguntó: -Clara… ¿estás… celosa?

-Haha…

Clara no pudo contener la risa, negando con la cabeza: -Alejandro, ¿te has vuelto loco? ¿Cómo te

atreves a hacerme esa pregunta?

Cuando fui tu esposa, estuviste enredado con Beatriz, fuiste a los Estados Unidos con ella para ver la ceremonia de encendido de luces de Navidad, y le elaboraste joyas especiales solo para ella.

Fuiste tan cruel conmigo y nunca sentí celos.

Ahora que estamos divorciados, ¿aún tienes el descaro de preguntarme si estoy celosa? ¿Quieres

llevar tu descaro al extremo?

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